PUBLICADO EL 2 DE ABRIL DE 2021
En los últimos días, se encendieron las alarmas en #Washington D.C debido a un nuevo acuerdo entre #Alemania y #Rusia para continuar la construcción del gasoducto Nord-Stream 2, uno de los más importantes a nivel mundial, el cual tendrá como objetivo el traslado de gas natural por parte de la Federación Rusa a la República Federal de Alemania a través del mar Báltico.
Ante los avances de este macroproyecto comenzado en 2015, la administración Biden bajo su secretario de Estado, Anthony Blinken, sostuvo que es una “mala idea” la de continuar la construcción de un oleoducto europeo, y por ello, se han aplicado una serie de sanciones hacia las empresas que participan en la construcción como un medio de disuasión. Este accionar nace de la preocupación del gobierno estadounidense frente al avance geopolítico de #Moscú sobre la Unión Europea, donde el Kremlin ya había extendido su polo de influencia a lo largo de los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) a través del Nord Stream 1.
Para detener esto, Estados Unidos ejerce presión sobre Alemania para que abandone el apoyo al proyecto, pero la canciller Merkel (@bundeskanzlerin) mantiene firme su postura, sosteniendo que la construcción del gasoducto es un negocio privado. Por otro lado, en el espectro económico, tampoco le sería rentable abandonar el proyecto al país germano, ya que le costaría un estimado de diez mil millones de euros en compensaciones a empresas.
Pese a esto, hay varias voces dentro del #Bundestag que se oponen a este proyecto: se destaca el argumento del partido Verde, el cual apunta principalmente a los efectos negativos de la emisión de gases que produciría este gasoducto. Por otro lado, #Putin se desliga de las acusaciones geopolíticas y sostiene que el proyecto es “puramente económico”, algo que en la práctica está lejos de serlo únicamente.
FUENTE: https://www.instagram.com/p/CNTkHNaHDdc/
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